Güemes, Pueyrredón y un tesoro rumbo a Orán.

 


Güemes,  Pueyrredón y un tesoro rumbo a Orán.

Por Gustavo Álvarez - Orán

En el año 1811, la Junta de Gobierno de Buenos Aires comisionó a Juan Martín de Pueyrredón como Presidente de Charcas, territorio de vital importancia para el rumbo de la revolución. Allí se ubicaba una de las principales fuentes de riqueza del antiguo virreinato: el Cerro Rico del Potosí, en cuya Casa Real de la Moneda se acuñaba el metálico circulante español y se concentraba el Tesoro Real.

Juan Martín era hermano de Diego Martín de Pueyrredón, quien en 1794 participara junto a Pizarro de la fundación de la Ciudad de San Ramón de la Nueva Orán y fuera nombrado por este como primer Regidor y Comandante de milicias de la nueva ciudad. Ambos hermanos, nacidos en Buenos Aires se habían destacado en la lucha durante las invasiones inglesas y eran fervorosos adherentes a la Revolución de Mayo desde sus inicios.

Ya en 1810 la Primera Junta había nombrado a Juan Martín como Gobernador de Córdoba, al mismo tiempo que su hermano Diego era confirmado en el cargo de Comandante de Armas de Jujuy. Como tal, Diego designa en agosto de 1810 al joven teniente salteño Martín Güemes a cargo de una “Partida de Observación” que debía posicionarse en Humahuaca, para controlar los movimientos enemigos y evitar el paso de correspondencia realista. Dicha partida estaba integrada por efectivos provenientes de la ciudad de Salta, a las que se le sumaron las milicias  de los Regimiento del fuerte de Orán y de Ledesma[1].

El 20 de junio de 1811 el Ejército Auxiliar bajo el mando de Castelli y Balcarce sufre la derrota de Huaqui ante las tropas españolas. Frente a la amenaza del inminente avance del enemigo, Juan Martín de Pueyrredón decide replegarse hacia el sur a fin de salvar los valiosos Caudales Reales y el armamento existente en la Villa de Potosí. En un extenso informe dirigido a la Junta de Buenos Aires desde Campo Santo (Salta) fechado el 4 de octubre de 1811[2], Pueyrredón relata los detalles del periplo realizado con el objetivo de salvar para la causa de la Patria ese precioso recurso monetario.  

El 25 de agosto de 1811, en el sigilo de la madrugada Pueyrredón partió de la ciudad de Potosí con más de 100 mulas cargadas con el metálico. Para custodiar esos valiosos caudales solo contaba con una tropa de 70 húsares a caballo y unos 70 milicianos aborígenes recién llegados de Cinti, ya que los soldados de la guarnición de la ciudad habían desertado en masa ante la cercanía de los ejércitos realistas. Enterado que el Ejército Auxiliar ya había abandonado Tupiza, y viéndose perseguido por las fuerzas reorganizadas desde Potosí para recuperar el tesoro real, decide no dirigirse por el camino hacia Tupiza, sino escabullirse por un camino menos frecuentado y conocido por los enemigos: el que iba desde Tarija hacia Orán.

Pueyrredón es atacado en varias oportunidades por fuerzas locales adherentes a los realistas que, anoticiadas del tránsito del tesoro, intentan sorprenderlo para quitárselo. Su situación es desesperante, ya que pierde numerosos hombres en los ataques, mientras parte de la tropa proveniente de Cinti deserta frente al peligro, al punto de quedar conformada solo por 16 milicianos. El 5 de setiembre llega a la ciudad de Tarija, y luego de renovar el parque de mulas sale el día 6 con rumbo sur. A pocas leguas de la ciudad se encuentra con Pedro José Labranda Sarberri, un funcionario patriota enviado desde Charcas, que viene  “con el teniente coronel don Martín Güemes a ofrecerme el auxilio de sus pechos, única fuerza de que podían disponer”.

Efectivamente, el 30 de agosto el Teniente Martín Güemes que se hallaba en misión militar en Tarija, había recibido a través de un envío que le hace Fernández Campero (Marqués de Yavi), una carta que desde Jujuy le enviara Balcarce, con la orden de reunir fuerzas y salir en auxilio de Pueyrredón. El 31 de agosto Güemes le responde a Fernández Campero diciendo: “He recibido el oficio de vuestra señoría con la adjunta carta del señor general, inmediatamente pedí auxilio de gente montada y armada y sólo me ofrecieron veinte y cinco hombres a pie y sin armas y pareciéndome inútil esta gente no la he admitido y salgo solo con la brevedad posible a unirme con el señor presidente” (de Charcas, es decir Pueyrredón)[3]. A pesar de no contar con ningún recurso militar y de los peligros inminentes, Güemes sale solo acompañado por Sarberri en auxilio de Pueyrredón. Se dirigen rumbo a Tupiza por el camino de Tojo suponiendo encontrarlo en esa dirección, pero al saber de la entrada de éste en Tarija el día 5 de setiembre, lo alcanzan como vimos el día 6 en las afueras de Tarija.

A partir de entonces Güemes acompaña el camino de regreso del cargamento del tesoro real, como el mismo Pueyrredón relata en su informe a la Junta escrito ya desde Salta. Dice en el mismo que Güemes y Sarberri “no encontrándome por el camino que habían tomado, volvieron desde Tojo con precipitación, luego que supieron mi entrada a Tarija, en cuyas inmediaciones se me reunieron, habiendo continuado después hasta aquí, ocupados en servicios de la mayor importancia”. Este informe está fechado en Campo Santo el 4 de octubre, por lo que podemos suponer que su arribo a la zona habría sido en los días previos. Durante casi un mes Güemes acompañó a Pueyrredón en su penoso viaje desde Tarija a Salta, atravesando mil dificultades para cruzar primero los cerros, y más tarde la selva con rumbo a Orán.

El mismo Pueyrredón relata los agobios sufridos en el camino que realizó escoltado por Güemes: “Dejo a la consideración de vuestra excelencia las penalidades que habrá costado esta expedición a la pobre tropa de mi mando, viajando siempre por entre enemigos, las más veces a pie, casi siempre sin el preciso alimento, por montañas y desiertos fragosos, apenas transitables, a esfuerzo de venir abriendo un camino, que sólo era conocido de uno u otro montaraz del Baritú, por una región cálida en extremo, y poblada de insectos ponzoñosos, y cubiertos de desnudez y miseria principalmente hasta Orán”.

Ya en la ciudad de Orán, Pueyrredón recibe el auxilio de la Junta de Gobierno de Salta: “la activa diligencia de la Junta Provisional de Salta, me había puesto con anticipación suficiente número de animales para mi conducción, y una compañía de sus provinciales para mi mejor escolta y seguridad”.

El informe a la Junta elevado por Pueyrredón, finaliza destacando la actuación y pidiendo el reconocimiento para quienes, como Güemes lo acompañaron en esta proeza, que “salvando unos caudales que harán sin duda la restauración de nuestras desgracias, es en todo debida a la bravura, a la constancia y al noble sufrimiento de la oficialidad y tropa que constan de las adjuntas listas y estado mayor; y si vuestra excelencia se ha agradado de mis servicios en esta parte, le ruego haga recaer todas sus gracias sobre estos infelices, que son los que más han sufrido y servido a la patria con tan repetidos riesgos de sus vidas y tanta utilidad del estadoDios guarde a vuestra excelencia muchos años. Campo Santo, 4 de octubre de 1811Excelentísimo señor Juan Martin de Pueyrredón. Señores de la excelentísima Junta Gubernativa de estas provincias”.



[1] GÜEMES Luis, Güemes Documentado, Tomo I, pág. 200.

[2] GÜEMES Luis, op. cit. Tomo I, pág. 348-360.

[3] GÜEMES Luis, Güemes Documentado, Tomo I, pág. 339.

 

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