Manuel Eduardo Arias en la Enciclopedia Digital de Salta
MANUEL EDUARDO ARIAS
(Resumen)
Hacendado y militar salto-jujeño de la zona de San
Andrés, quien a partir 1814 se sumó a las acciones de la “guerra gaucha”. En
1816 es nombrado por Güemes Comandante de gauchos de Orán, santa Victoria, San
Andrés y la Puna. El 1° de marzo de 1817, al mando de sus ciento cincuenta
gauchos armados con lanzas y palos, obtuvo el histórico triunfo sobre poderosa la
guarnición realista instalada en Humahuaca por el Mariscal De la Serna.
MANUEL EDUARDO ARIAS
Por Gustavo Álvarez, Orán – Salta*
Nacido
probablemente en Humahuaca en fecha desconocida (aunque hasta la fecha no pudo encontrarse prueba documental
del hecho, al menos en los registros eclesiales donde se consignaban los
bautismos de la época en la Provincia de Jujuy. Cfr. INFANTE Felix. Manuel Eduardo Arias, su vida, su drama (1966).
3ra. Edición EdiUnju. Jujuy 2012, pág. 12.), era
de origen mestizo, ya que su madre pertenecía al pueblo coya y su padre Francisco Arias, era
miembro de una encumbrada familia de funcionarios y conquistadores de la Corona
española. Su abuelo paterno había sido Francisco Gabino Arias Rengel, quien
llegó a ser Gobernador de Salta, y realizó varias expediciones al Chaco a
través del abra del Zenta y el valle de San Andrés. De las tierras recibidas en
merced a sus servicios al Rey, Arias Rengel pasó en herencia las haciendas de
San Andrés (actual provincia de Salta), a su nieto Manuel Eduardo Arias (FRIAS Bernardo. Historia del General
Martín Güemes, y de la provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina (1911). Salta: Secretaría de Cultura - EUCASA. 2018. Tomo IV, pág. 70).
Arias en la “Guerra Gaucha”
Arias fue también uno de aquellos hacendados salto-jujeños que
como Luis Burela o José Ignacio Gorritti, adhirieron al ideal independentista y
se sumaron a la “guerra gaucha”. Sobre Arias dice el historiador salteño
Bernardo Frías que era “el gran caudillo de las comarcas
del norte de aquella provincia, con singular predicamento en las poblaciones
del valle de San Andrés, donde tenía su casa, y en las de Humahuaca y Orán,
asiento de su gobierno” (FRIAS Bernardo, op. cit. Cfr. YABEN Jacinto
R. Biografías Argentinas y Sudamericanas.
Tomo 1. Buenos Aires, 1936. pág. 9), y que además, “se
distinguía por ser un insigne jinete, un gaucho de todas veras” (FRIAS B.
op. cit.). Arias
convocó a la lucha a la población rural de San Andrés, en donde se ubicaban sus
principales propiedades (INFANTE Felix, op.cit. pág. 73). En junio de 1814 comienzan
sus intervenciones, primero como Capitán de “bomberos” (espías) en San
Andrés (YABEN Jacinto, op. cit. pág.
9.), y luego actuando sobre las fuerzas realistas que ocupaban la ciudad de Jujuy y salían hacia las
haciendas circundantes en busca de ganado o caballada (FRIAS Bernardo, op. cit.
t. III pág. 155).
Luego de ser nombrado Gobernador de la Provincia en 1815, y una
vez retirado el Ejército del Norte hacia Tucumán, Güemes organiza el territorio en cinco secciones para
su adecuada defensa (Tarija, Yavi, Orán, Humahuaca y Quebrada del Toro), colocando
la sección de Orán bajo el mando del Coronel Manuel Eduardo Arias (CORNEJO Atilio, op. cit. pág. 261). El 27 de mayo de 1816 Arias asume como
Comandante de Armas de la ciudad de Orán (GÜEMES Luis, op. cit. t.
III, pág. 387), y como
tal preside el Cabildo Abierto del 15 de agosto de 1816, donde los vecinos de esta ciudad “juran” la Independencia
declarada el 9 de julio por el Congreso de Tucumán (GÜEMES Luis, op.
cit. t. III, pág 475).
En su rol de Comandante de los “gauchos de Orán, Santa Victoria, San Andrés y la Puna” (GÜEMES L. op. cit., t. VIII, págs. 42-43) Arias forma un destacado escuadrón de milicias gauchas, que llegará a estar integrado por diez oficiales, nueve sargentos, dieciocho cabos y noventa y tres soldados (gauchos y aborígenes), en total una fuerza de ciento veintiún hombres. El admirable valor de sus gauchos fue destacado por el mismo comandante Arias, que en sus comunicaciones a Güemes señala que aquellos bravos milicianos luchaban “la mayor parte sin más armas que palos” (GÜEMES L. op. cit., t. IV, pág. 355).
Cuando hacia fines de 1816 comienza “La
Gran Invasión” de De la Serna, la vanguardia
española a cargo del General Olañeta tenía entre sus objetivos invadir el valle
del Zenta y ocupar la ciudad de Orán. Para ello Olañeta envía a su cuñado el
Coronel Marquiegui, con la misión de tomar la ciudad y hacer prisionero a
Arias. La
avanzada española llegó hasta cercanías de Orán el 10 de enero, pero
debido al
constante hostigamiento de Arias y sus gauchos, no logró ocuparla hasta día 14,
y solo por unas pocas horas (FRIAS B., op. cit., t. IV, pág. 273). Marquiegui
no solo se vio impedido de atrapar a Arias, sino que sufrió el constante
hostigamiento de sus gauchos y debió huir hacia Jujuy, viéndose obligado
Olañeta salir en su auxilio. Las múltiples y eficaces operaciones de Arias y
sus gauchos entre enero y febrero de 1817 le permitieron en menos de un mes recuperar
de manos de Olañeta los valles del Zenta y de San Andrés, dejando el camino
despejado para avanzar sobre la Quebrada de Humahuaca.
La batalla de Humahuaca
Debido a su importancia
estratégica, el mariscal De la Serna había convertido a Humahuaca en un sólido baluarte
realista, cavando una trinchera alrededor del pueblo, colocando en el cerro de
Santa Bárbara una batería de siete cañones y fortificando la iglesia,
convertida ahora en cuartel. Pero la audacia de Arias y sus gauchos no se verá
amedrentada por la superioridad militar realista. Por el contrario, siguiendo
las órdenes de Güemes y con tan solo ciento cincuenta gauchos, en la madrugada
del 1° de marzo de 1817, Arias ataca sorpresivamente la guarnición, bajo una
copiosa lluvia. En una acción militar exitosísima, Arias logró en poco menos de
dos horas tomar la ciudadela fortificada y reducir las fuerzas españolas, que
rondaban los ciento treinta combatientes. No solo se adueñó de los siete
cañones, sino que tomó ochenta y seis prisioneros, más de cien fusiles, toda la
pólvora, y las provisiones y ganados destinados al sostenimiento de las fuerzas
de De la Serna. Las tropas derrotadas por Arias en Humahuaca pertenecían al reconocido
Regimiento de Picoaga, famoso por no haber sido nunca vencido: “hasta el 1° de marzo invencible, pero sería
porque no pelearon con gauchos” afirma Arias en el Parte sobre el triunfo de
Humahuaca (GÜEMES L. op. cit., t.
IV, pág. 355-358).
El destacado rol de Arias
en dicha acción, merece que Güemes se dirija a Belgrano en los siguientes
términos: “Recomiendo a V. E., el mérito
de todos los oficiales que han concurrido a tan gloriosa jornada, y muy
particularmente el que ha contraído el bravo y benemérito Comandante Arias,
que con su acostumbrado empeño supo
dirigir con acierto un golpe que llena de gloria a la Nación, y de terror y
espanto a los Liberticidas del Perú” (Archivo General de la Nación.
Partes Oficiales. T. 2°. Buenos Aires
1903. Citado por INFANTE F. op. cit.). A instancias de Güemes y Belgrano, Arias fue ascendido por
esta victoria a Teniente Coronel Graduado por decreto del Director Supremo
Pueyrredón del 25 de abril de ese año. Y se harán repujar para los oficiales a
cargo de la reconquista unas medallas de oro con la inscripción: La Patria A Los Vencedores De Humahuaca.
Luego de la reconquista de
Humahuaca, Arias se dirige al Valle del Zenta con los prisioneros y los pertrechos
tomados a los españoles. De la Serna envía desde Jujuy dos columnas hacia Orán
con la misión de emboscarlo y recuperar a los prisioneros, una a cargo de
Olañeta por el camino de Ledesma y otra a cargo de Centeno por el camino de San
Andrés (LUNA Hugo Alberto. Historia de Orán. 3L Ediciones. Orán 1996.
Pág. 92). Aunque
ambas columnas llegaron hasta Orán el 16 de marzo, no lograron atrapar a Arias,
quien con sus gauchos hostilizó tan hábilmente a las tropas españolas que estas
debieron volver derrotadas hacia Jujuy, abandonando a sus heridos en la ciudad
de Orán.
Arias junto a sus gauchos
tendrá una activa participación en la retirada de las fuerzas de de la Serna que
da fin a la “Gran Invasión”: lo persigue en su salida de Salta el 5 de mayo, y lo
sitia en la ciudad de San Salvador, obligándolo a retirarse el 21 de mayo. Güemes
escribe nuevamente a Belgrano: “El
benemérito coronel Don Manuel Eduardo Arias, ha hecho como siempre su deber,
persiguiéndolos por la retaguardia, hasta entregarlos a otras divisiones que
los esperaban…” (Partes
Oficiales, Cfr. INFANTE F. op.
cit. pág. 38).
Todavía en 1817, Arias enfrentó
otra acometida de Olañeta al mando de una fuerza de mil hombres, batiéndolo en
numerosas ocasiones: el 23 de agosto en Los Toldos y Baritú, el 25 de noviembre
en Colanzulí, el 27 del mismo mes en Humahuaca, el 1° de diciembre un Uquía, el
15 en Calutí, el 18 en San Lucas, y el 25 y 26 de diciembre nuevamente en
Humahuaca (YABEN JACINTO. Los Capitanes de Güemes, Edición de
Ferrocarriles Argentinos, Buenos Aires, 1971. pág. 11).
Por su diestro desempeño
militar, a comienzos de 1818 Güemes designó a Arias Comandante de la
vanguardia, con encargo de situarse definitivamente en Humahuaca (YABEN J. op cit., pág. 11), desde donde llevará adelante la exitosa estrategia de “guerra
de recursos”. Arias logra arrebatarle
en el mes de marzo un botín de “doce mil
cuarenta y siete cabezas de ganado lanar entre llamas y ovejas (…) mérito tal
vez mayor que la pérdida de un regimiento”, y en el mes de abril “cinco mil diecisiete cabezas de ganado en su
mayor parte ovejas y llamas con algunas vacas y otra con cuatrocientas en la
misma conformidad” según los informes de
Güemes a Belgrano (GÜEMES L. op. cit., T. V, pág. 238 y 248).
Por diciembre de 1818 Arias encabeza una intrépida incursión en territorio enemigo, avanzando en el Alto Perú con sus partidas gauchas hasta la región de Cochabamba. El día 15 es sorprendido por las fuerza realistas y toda su tropa es tomada prisionera “lográndose solo escaparse Arias por el buen caballo que llevaba” (Cfr. GÜEMES L. Güemes Documentado, t. V, pág. 167). Al año siguiente los ejércitos reales a cargo de Olañeta y Canterac avanzan en la llamada “Sexta invasión”, y llegan a Jujuy el 26 de marzo “después de sostener continuas guerrillas con los comandantes Manuel Eduardo Arias, Manuel Álvarez Prado y Bartolomé de la Corte” (CORNEJO Atilio. Historia de Güemes. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1946, pág. 313).
Su enfrentamiento con
Güemes
Cuando a partir de 1819, comienzan fuertes críticas por
parte de algunos sectores pudientes de la sociedad salto-jujeña sobre el
Gobierno de Güemes (acusándolo de exigir contribuciones económicas excesivas para
el sostenimiento de la guerra y permitir el descontrol de las milicias de
gauchos), la situación política de Salta se complejiza. La oposición a Güemes culminará
con la conformación de dos “partidos”: el de la “Patria Nueva” en franco disenso con el Gobernador, y el de la “Patria
Vieja”, decididamente a su favor. Aunque ambos “partidos” estaban compuestos
por verdaderos patriotas, opositores a la invasión española y defensores de la
Independencia (FRIAS B. op. cit. t. VI págs. 559-569), tenían entre sí ideas irreconciliables, ya que “se advertía cierto matiz en pugna de la
democracia de Güemes, a la aristocracia republicana de los otros. Pero en
ambos, un sano patriotismo y un amor al terruño no desmentido” (CORNEJO A.
op. cit., pág. 386). El gobierno de Güemes
llegará a ser calificado por sus opositores como un “sistema de tiranía” (MARCHIONNI, Marcelo; CARETTA, Gabriela
Alejandra. Entre la ciudadanía y la
feligresía. Revista Andes, núm. 11, año 2000. Universidad Nacional de Salta), generándose en algunos miembros de la clase
política, como también comerciantes y militares de Salta y de Jujuy un fuerte antagonismo
con la persona de Güemes. Entre los disidentes al Gobernador Güemes se cuenta también al Coronel Manuel Eduardo
Arias (desde este punto de vista, Arias y otros miembros de la Patria
Nueva deberían ser considerados “disidentes” de Güemes. ÁLVAREZ Gustavo. Sobre Héroes y monumentos: Arias ¿héroe o
traidor? https://oranletrasymemoria.blogspot.com/2020/08/arias-fue-un-heroe-o-un-traidor-sobre.html
).
En ese conflictivo contexto, en diciembre de 1819 se
tramó en Salta una conspiración contra Güemes, que de cumplirse, habría
culminado con su asesinato. Cuando el Gobernador Güemes desbarató la operación
en su contra, quienes fueron denunciados como parte del movimiento sedicioso (entre
los que se contaba también Arias), fueron apresados. Mientras que los
cabecillas Mariano Benítez y Pablo Soria fueron condenados a muerte (sentencia
que en realidad nunca se hizo cumplir), el mismo General Güemes conmutó la
condena que pesaba sobre Arias y otros acusados por su confinamiento en la
provincia de Tucumán (FRIAS B., op.cit. T. IV, págs. 526-532).
Disuelto el gobierno Nacional, y desatada la guerra
civil y la “anarquía” de 1820 (Cfr. CAMOGLI Pablo. Batallas entre hermanos: todos los combates de las guerras civiles
argentinas. Buenos Aires: Alguafuara, 2012),
se producen una serie enfrentamientos entre distintos gobiernos y caudillos de provinciales.
También se desata una lucha entre las provincias de Tucumán y Salta, cuyos respectivos
Gobernadores Bernabé Araoz y Martín Güemes se habían convertido en declarados
enemigos políticos (ROUGÉS Manuel López. La anarquía tucumana y la guerra civil. Buenos Aires: Dunken. 2014). Estando en Tucumán, Arias participa de estas
hostilidades bajo el mando del Gobernador Araoz, y comandando ahora fuerzas
tucumanas enfrenta a las milicias salteñas el 3 de abril de 1821 en cercanías
de la ciudad de San Miguel de Tucumán, y en Catamarca el 22 del mismo mes (YABEN J., op. cit., pág. 12).
Regreso a la lucha por la Independencia
Una vez firmado el armisticio del 14 de junio de 1822 entre
el Cabildo de Salta y Olañeta, por el
cual este último debe retirar sus tropas mas allá de Purmamarca (CORNEJO
A. op. cit., pág. 392), Arias vuelve a Jujuy,
donde en noviembre de 1821 es restituido a su cargo de “Comandante General de
la Puna y Valles”. Como tal se le encarga la defensa del territorio jujeño frente
a las tropas de Olañeta, que realizan constantes incursiones para el saqueo de
ganado. Sus órdenes son convocar a los gauchos jujeños y “marchar con toda prontitud a atacar al enemigo, procurando quitarle al
enemigo el ganado tomado. Esta Comandancia confía en la vigilancia de Ud. y sus
buenas disposiciones al feliz éxito de este primer ensayo, en que no dudo
escarmentará a los atrevidos tiranos, como lo ha acostumbrado, pues la Patria exige
a sus hijos los últimos esfuerzos de su valor” (Carta del Gobernador
Dávila a Arias, 17 de mayo de 1822. Cfr. Infante F. op. cit., pág. 81).
Sin embargo, a partir de 1822 había recrudecido la
lucha entre la “Patria Nueva” y la “Patria Vieja”, ahora encabezada por el Teniente
Gobernador de Jujuy, Agustín Dávila, adversario del Gobernador de Salta, José
Ignacio Gorriti. Se producen una serie de enfrentamientos entre las respectivas
milicias de Salta y de Jujuy, a riesgo de quedar “disuelto el pacto social que sostiene el orden” entre ambos territorios provinciales
(Actas de la Legislatura. Año 1822. Archivo Histórico de Salta. Citato por
INFANTE F. op. cit.), inmersos ahora en una
nueva guerra civil. Cuando en cumplimiento de órdenes del Gobernador Dávila (Papeles
del Archivo Histórico de salta. Citado por INFANTE F. op. cit. Pág. 72) Arias toma prisionera una partida de tropas salteñas,
es declarado por el Cabildo de Salta “enemigo
del orden público y de la Patria” ( Archivo Histórico de Salta. Año
1822. Citado por INFANTE F. op. cit. Pág. 74).
Ante las acusaciones de traición, Arias mismo se
defiende, y el 20 de mayo de 1822 escribe a los miembros del Cabildo jujeño: “Mis servicios y los sacrificios que tengo
hechos por la causa de la Libertad, son demasiado notorios y constantes a Vuestras
Señorías, pero ni éstos, ni su notoriedad, me han librado de los tiros que sin
intermisión me han dirigido la perfidia, la intriga y la malicia. El señor
Gobernador actual de la Provincia (de Salta) me ha supuesto, en prosecución del odio que me profesa, de que estoy
vendido a los liberticidas. Mi sangre ha sido vertida por varias ocasiones
contra esos tiranos, de cuyas resueltas ha tenido la patria, un día de gloria.
Sería yo un criminal si no me vindicase de tan horrorosa calumnia y acaso
habría perdido el mérito que me han granjeado mis servicios para con Vuestras Señorías,
y para con todos los americanos” (Original en el Archivo Histórico
de Jujuy. Citado por INFANTE F., op. cit., pág. 81).
El abundante intercambio de cartas entre Arias y el
gobernador Dávila en los primeros meses de 1822 (Cfr. INFANTE F. op.
cit. págs. 68 a 84), da cuenta de su empeño por
acabar con la ocupación española. Arias organiza sus milicias gauchas para avanzar
contra los enemigos, y el día 25 de mayo informa al Gobernador Dávila las previsiones
tomadas, habiendo hecho “circular las
órdenes conducentes a la reunión de la gente para realizar la expedición que se
prepara contra el común enemigo” (Cfr. INFANTE F. op. cit. pág. 84). El 15 de junio (el día anterior a su muerte) el
Cabildo de Jujuy apela una vez más al compromiso de Arias en la lucha por la
Independencia, y le encomienda que “obre
cuanto le dicte su incorruptible patriotismo” (Archivo Capitular de
Jujuy T. 3 pág. 165. Cfr. INFANTE F. op. cit. pág. 83).
Su muerte en San Andrés.
El 16 de junio, en oportunidad dirigirse con rumbo a
Orán desde Humahuaca, el Coronel Arias se detiene en San Andrés, en casa de su
amigo Pedro Velázquez. Allí es emboscado por una partida de gente armada, unos
treinta hombres que obedecían al Oficial salteño Mariano Abán, quien había dado
la orden de acabar con Arias si este se resistía (Cfr. INFANTE F. op.
cit. pág. 84).
En el Expediente abierto para investigar el asesinato de Arias, se determinó que Abán actuó en complicidad con algunos lugareños que tenían un fuerte encono contra Arias “por razones de cobro de arriendos de parcelas rurales de San Andrés, de las que era propietario el Coronel Arias, este habría producido el enojo de algunos de ellos, como los hermanos Pascual y Vicente Tejerina, así como Bartolo y Martín Condorí (…) Que como existieran otros enojos y resentimientos por diversas causas, agregados al miedo de que Arias cumpliera sus reiteradas amenazas de fusilar a varios de ellos, resolvieron adelantársele y aprovechando la presencia del Coronel en casa de Velázquez, en la oscuridad de la noche complotaron a la demás gente y procedieron a intimar su rendición. Que como Arias se defendió a tiros desde dentro de la casa, le prendieron fuego. Que recién cuando la misma se desplomaba apareció Arias al cual ultimaron a palos” (Expediente citado en INFANTE F. op. cit. pág. 85-87). Así, el 16 de junio de 1822, tan solo un año después de la muerte del General Güemes, Arias muere asesinado en San Andrés, en medio de las luchas internas y sin lograr su mayor anhelo: la expulsión definitiva de las fuerzas realistas.
De esta manera se perdió para la gesta independentista a uno de sus más fervorosos defensores, “a quien la Sala de Representantes de Salta llamaría en 1823 gloria y honor de la provincia” (FRIAS B. op. cit. t. III, pág. 631). Sin embargo, el testimonio de su incuestionable patriotismo y de su audaz participación en la “Guerra Gaucha” quedarán para las futuras generaciones de argentinos como un desafío a seguir comprometidos con la Independencia Nacional: “Todos estamos obligados a velar por su conservación y la de los valientes que la acompañan, no permitiendo que por nuestra omisión, derribe el enemigo el edificio de la libertad, fabricado por tan virtuosos patriotas. Humahuaca, 4 de mayo de 1822. Manuel Eduardo Arias” (Archivo Histórico de Salta. Cfr. INFANTE F. op. cit. pág. 80).
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