1817 - LA DEFENSA DE ORÁN, portal glorioso de la Batalla de Humahuaca
Durante los quince años que duró la Guerra de la
Independencia americana, la ofensiva realista más importante comenzó hacia fines
de 1816, encabezada por el Mariscal José de la Serna. Este afamado militar, orgulloso
vencedor de las guerras napoleónicas, comandará una fuerza con casi 7000
hombres, el ejército más poderoso que hubiera pisado jamás tierra americana. De
la Serna estaba tan seguro y ufano de su victoria, que apenas toma el mando de
las tropas españolas en septiembre de 1816, le anuncia al Virrey Pezuela que su
ejército será capaz de “entrar (a Buenos
Aires) en el mes de mayo”[1], dando por sentado que lograría culminar en seis meses una guerra que ya llevaba seis años.
La vanguardia del ejército de De la Serna estaba a cargo del General
Olañeta, que había ocupado Humahuaca el
24 de diciembre de 1816, y desde allí avanzaría hasta entrar en la ciudad de Jujuy el 6 de
enero de 1817. Entre sus principales objetivos estaba conquistar la estratégica
zona del Valle del Zenta y la ciudad de Orán, una de las pocas vías
alternativas a la Quebrada de Humahuaca por donde podía marchar su ejército hacia
el sur. Ya en el mes de diciembre el capitán realista Antonio Seoane había
avanzado con sus fuerzas intentando llegar hasta San Andrés “donde sostuvo con ventaja repetidos tiroteos”[2]
contra las milicias del Coronel Manuel
Eduardo Arias.
El gobernador Güemes había encomendado al Coronel Arias la defensa de territorio que abarcaba desde Orán a Humahuaca, pasando por San Andrés[3], zona en que este último conocía bien por tener allí sus haciendas y propiedades. El 27 de mayo de 1816 Arias asumió como Comandante de Armas del Regimiento Orán y Teniente de Gobernador de la ciudad en el Cabildo [4], quedando mas tarde al frente de los “gauchos de Orán, Santa Victoria, San Andrés y la Puna”[5]. Su escuadrón de milicias gauchas se hallaba integrado por diez oficiales, nueve sargentos, dieciocho cabos y noventa y tres soldados, los que conformaban una fuerza de ciento veintiún paisanos y aborígenes de la zona de Orán, San Andrés, y la Quebrada de Humahuaca. El formidable valor de estos criollos e indios fue destacado por el mismo comandante Arias, que en sus comunicaciones a Güemes señala que aquellos bravos milicianos luchaban temerariamente, “la mayor parte sin más armas que palos”[6].
Arias y
sus gauchos despliegan hábilmente la estrategia de “guerra de guerrillas” sobre
las tropas que pretendían avanzar por el Abra del Zenta y San Andrés,
emboscándolos por sorpresa en cada oportunidad que se les presenta. Güemes
envía a Belgrano un oficio en el cual le informa que “la división que antes anuncié a V. E. se había dirigido a Orán, me
avisa el Comandante don Manuel Eduardo Arias, que después de tres días de
fuego, la rechazó hasta el Molino distancia de seis leguas donde permanece,
habiéndole muerto algunos soldados y muchos heridos […] me asegura dicho Comandante haber suspendido el fuego porque se le
acabaron las municiones y piedras”[7].
Es importante destacar que según el dato que recoge el propio Güemes, el
hostigamiento de Arias sobre los españoles era una verdadera “guerra sin
cuartel”, que solo se veía suspendida cuando se agotaban los recursos para
continuar la lucha.
Estas eficaces acciones de Arias y sus gauchos le merecen el
contundente reconocimiento del General Güemes, que el 13 de enero de 1817 contesta
un parte de Arias en estos términos: “Con
el oficio de Ud. del 8 del corriente me he llenado de la mayor satisfacción
viendo el sagrado entusiasmo y envidiable energía con que esos bravos guerreros
hacen sentir al enemigo todo el peso de la justicia con que procuramos romper
el yugo de hierro que intentan imponernos. Doy a Ud. las gracias a nombre de la
patria por su valeroso empeño, y espero las dará también a mi nombre a esos mis
amados camaradas […] Estoy muy
satisfecho de sus fatigas y desvelos en beneficio de la causa en general y de
la provincia en particular: continúelos Ud. seguro del premio a que he de
coadyuvar gustoso, como lo haré con cualquiera otro que tenga igual conducta a
la de Ud.”[8].
El 5 de enero Olañeta había enviado a su cuñado, el Coronel Guillemo Marquiegui hacia Orán, a través del abra del Zenta y San Andrés. Olañeta le escribe al Mariscal de la Serna informándole que “determiné destacar por mi izquierda, con dirección al valle de San Andrés y Orán al coronel don Guillermo de Marquiegui con el batallón de partidarios y la mayor parte del escuadrón de cazadores; estos puntos interesantes por su posición y por los recursos que pueden proporcionar, están infestados de partidas enemigas que podrían interceptar nuestra comunicación…”[9]. Esas fuerzas enemigas que “infestaban” San Andrés y Orán, no son otras que las milicias de gauchos oranenses al mando de Arias.
El Coronel Marquiegui, un natural jujeño que antiguamente
había sido un poderoso hacendado de la zona de Ledesma, luchaba como miembro
del ejército español. Debido a su cabal conocimiento de la zona, Olañeta le encomienda
la misión de ocupar la ciudad de Orán, atrapar a Arias, y tomar el ganado y
productos de las ricas haciendas oranenses para alimentar al ejército real.
Pero en
su avance hacia el valle del Zenta, Marquiegui deberá enfrentar el constante
hostigamiento de los gauchos de Arias y una tenaz resistencia a la ocupación
ofrecida por los oranenses, quienes le impedirán cumplir con su cometido.
Efectivamente, Marquiegui debió padecer seis días de hostigamiento
“infernal”, durante los cuales las milicias gauchas de Arias lo acosaron y lo emboscaron
constantemente, impidiéndole un ágil avance por el territorio. Aunque
Marquiegui llegó hasta cercanías de la ciudad el 10 de enero, debido a la
firmeza de los hombres de Arias no logró ocuparla hasta día 14. La hazaña fue
tan ostensible que el mismo General Manuel Belgrano eleva el informe sobre la
resistencia de Arias y Orán al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón
(reproduciendo un parte de Güemes). Allí le manifiesta que “el enemigo tomó la plaza de Orán, después de
una vigorosa resistencia por seis días consecutivos, de modo que para avanzar diez leguas
gastó el tiempo en que de otro modo pudo haber avanzado hasta ciento”[10].
La población de Orán, a imitación de la gloriosa gesta del pueblo jujeño en 1812, había llevado a cabo su propio “Éxodo”. Todo el pueblo oranense había abandonado la ciudad y los campos, y había dejado al enemigo solo la “tierra arrasada”, ocultado sus ganados y cosechas en la espesura de la selva, o aún más allá, en el inhóspito desierto chaqueño. Marquiegui “luego de poseer por algunas horas vanamente la ciudad de Orán, cuya población había desaparecido como la de Jujuy, se halló en un punto más desamparado, sin haber podido prender ni exterminar a Arias, ni perseguirlo más; porque de allí en adelante se dilataban las sabanas infinitas de los Chacos”[11]. Y es que a pesar de que también Marquiegui conocía bien el territorio, no logró dar con Arias, ni con el ganado o los recursos necesarios para mantener su fuerza de ocupación en Orán.
Sin poder cumplir su cometido, sin alimentos, y con numerosas bajas, Marquiegui no tuvo más remedio que iniciar una desesperada retirada hacia el sur, rumbo a la ciudad de Jujuy. Pero en su regreso por el valle de San Francisco, fue constantemente perseguido por las fuerzas gauchas de Arias, que en los días sucesivos lo atacaron en combinación con otras divisiones de gauchos en San Pedro, en el Río de las Piedras, en el Río Negro, en Ledesma y en San Lorenzo[12].
El Coronel Arias logró así no solo evitar la ocupación
definitiva de la ciudad de Orán, sino que además diezmó de tal manera las tropas de
Marquiegui en su retirada, que el propio General Olañeta debió subir con una
avanzada realista desde la ciudad de Jujuy hacia Ledesma, para socorrer
las castigadas tropas de su cuñado.
Fue esta
exitosa acción de Arias en Orán y la defensa que sus gauchos hicieron del valle
del Zenta la que forzó a los ejércitos realistas a replegarse hacia la ciudad
de Jujuy. Arias aprovecha estas circunstancias
para recuperar la Ciudad de Orán, y desde allí dirige un oficio al General
Güemes: “Ya ve V.S. que mis sacrificios
son grandes y que yo no me duermo, bato al enemigo en cualquier número que
venga y en cualquier circunstancia no pierdo gente, ni corro precipitadamente,
me sostengo e impongo al enemigo ya que no terror, respeto. Dios guarde a V.S.
muchos años, cuartel general de Orán, 31 de enero de 1817”[13].
Este
triunfo sobre las fuerzas realistas le permite unos días más tarde avanzar con
sus gauchos hasta instalarse nuevamente en San Andrés. El día 20 de febrero
Güemes envía un oficio a Belgrano informando que “dicho Comandante se dirigió el mismo día 11 al punto de San Andrés, a
virtud de mis órdenes con el objeto de reunir las divisiones que allí existen y
operar contra la corta guarnición que ha quedado en Humahuaca”[14]. El día 24 de febrero “ya había reunido el Comandante Arias de Orán
todas las divisiones de Iruya, San Andrés, la Quebrada y demás (…) y el 1° del
corriente estaban dispuestos para la sorpresa”[15]. Se refería
claro, al audaz asalto de Arias sobre la fortaleza realista instalada por De la
Serna en Humahuaca, tomándola por sorpresa el 1 de marzo de 1817.
La múltiples y eficaces operaciones de Arias como Comandante de las fuerzas gauchas “de Orán, Santa Victoria, San Andrés y la Puna” entre enero y febrero de 1817 le permitieron en menos de un mes recuperar el Valle del Zenta, Orán y San Andrés de manos de los poderosos ejércitos de De la Serna, dejando el camino despejado para avanzar sobre la Quebrada de Humahuaca. Este fue el antecedente inmediato y necesario para la que será sin duda una de las acciones militares más osadas de la “guerra gaucha”: la reconquista de Humahuaca, realizada por Arias junto a ciento cincuenta gauchos salto-jujeños. Aquella gesta gloriosa de Humahuaca, que en palabras de Güemes significo “un golpe que llena de gloria a la Nación, y de terror y espanto a los Liberticidas del Perú”[16], no hubiera sido posible sin la heroicidad del Coronel Manuel Eduardo Arias y de los valerosos gauchos de Orán que defendieron el Valle del Zenta.
[1] FRIAS Bernardo. Historia del General Martín Güemes, y de la provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina (1911). Salta: Secretaría de Cultura - EUCASA. 2018. Tomo IV, pág. 34.
[2] GARCÍA CAMBA, Andrés. Memoria para la historia de las armas en el Perú. Madrid, 1846, t. 1, pág. 227.
[3]CORNEJO Atilio. Historia de Güemes. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1936, pág. 261.
[4] GÜEMES Luis. Güemes Documentado, t. III, pág. 387.
[5] GÜEMES L. op. cit., t. VIII, págs. 42-43.
[6] GÜEMES L. op. cit., t. IV, pág. 355.
[7] Oficio de Güemes a Belgrano, 5 de enero de 1817. Cfr. GÜEMES L. op. cit. t. IV, pág. 247.
[8] GÜEMES L. op. cit. t. IV. Pág. 256.
[9] GÜEMES L. op. cit. t. IV. Pág. 266.
[10] Oficio de Güemes a Belgrano, 16 de enero de 1817. Cfr. GÜEMES Luis, op. cit. t. IV, pág. 273.
[11] FRÍAS B. op. cit. t. IV, pág. 273.
[12] FRÍAS B. op. cit. t. IV, pág. 68.
[13] GÜEMES L. Güemes Documentado t. IV, pág. 319.
[14] Oficio de Güemes a Belgrano, 20 de febrero de 1817. Cfr. GÜEMES Luis, op. cit. t. IV, pág. 334.
[15] Oficio de Güemes a Belgrano, 7 de enero de 1817. Cfr. GÜEMES Luis, t. IV, pág. 349.
[16] Archivo General de la Nación. Partes Oficiales. T. 2°. Buenos Aires 1903. Citado por INFANTE F. op. cit.
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